Mujeres lectoras de Oklahoma

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Diario Clarín, Buenos Aires
23 de octubre de 2008
La singular resistencia literaria de un grupo de mujeres demócratas
Se juntan una vez al mes a discutir libros. Van a contramano de la mayoría, en un estado conservador.
Por: Paula Lugones
LAS "CHICAS" QUE SE JUNTAN A LEER. GERRY NELSON, CAROL STONE, KAREN MELCHER Y TRISH EMIG, EN CASA DE GERRY.

El aroma a chocolate inunda la casa de la calle Eskridge Place, en Stillwater. Todo huele a brownies, una deliciosa sorpresa que la dueña de casa --es fácil hacerlo, dirá, pero jamás develará la receta-- cocinó especialmente para agasajar a sus invitadas. De a poco, ellas van llegando. Será un ejercicio de sutileza averiguar cuántos años tienen, pero digamos que todas se acercan o superan los sesenta. Algunas más clásicas, otras más modernas. Casadas, viudas, jubiladas, abuelas casi todas, sus hijos y sus nietos son sus temas favoritos. Podrían ser las típicas señoras que se reúnen a tomar el té, coser o bordar cubrecamas quilt, una tradición en cualquier casa de Oklahoma. Pero no. A estas damas les gusta la política. Leen, se informan, discuten y todos los meses se juntan a debatir un libro que asignan como lectura. Este grupo es una rareza, un enclave liberal que pelea por sus ideas en uno de los estados más conservadores de los EE.UU.

La dueña de casa es Gerada Nelson, casada con Ted, un profesor retirado de Economía Agraria. Tiene tres hijos: una periodista, un médico y la menor, que se dedica a la música. Su hogar conserva aún restos del esplendor de una típica casa de suburbio estadounidense: un living familiar inmenso, un comedor para visitas, tres dormitorios, un escritorio y un parque con un nogal plantado hace 40 años.

Gerada --le dicen Gerry-- es la anfitriona y sirve café a "las chicas". Ellas hablan a borbotones y dicen divertirse de lo lindo cuando se reúnen una vez por mes para debatir sobre libros de política nacional o internacional, de interés general o de cualquier tema que valga la pena.

"En enero elegimos 12 libros para leer todo el año. Luego nos reunimos en cada una de las casas y nos divertimos, tomamos vinos, comemos quesos y hay un líder que coordina la discusión", dice Trish Emig, militante del Partido Demócrata. El libro de este mes tomó una actualidad impensada, dicen las damas. Se llama The abstinence teacher, de Tom Perrota, y es sobre un maestro que enseña educación sexual en una escuela evangélica y plantea una manera nueva de enseñar el sexo a los jóvenes. Hablar de sexo en Oklahoma --un estado conservador y religioso donde Darwin se convierte en mala palabra-- es complicado. Cualquier contacto fuera del matrimonio es un pecado y ni hablar si no llega a ser entre un hombre y una mujer. Syamali Nandi, que vino desde la India hace 30 años, acota: "En mi país nadie habla de sexo. Acá al menos podemos."

Las mujeres cuentan que eligieron el libro en enero, pero que "el tema se volvió muy actual con el embarazo de la hija adolescente de Sarah Palin", la candidata a vice de John McCain, se entusiasma Gerada. Carol Stone, maestra jubilada, cuenta que otros temas que han tratado durante el año son el conflicto palestino-israelí; Brasil y la explotación de la Amazonia y el Holocausto. Karen Melcher, de antepasados suecos y ex empleada de un laboratorio, dice que para ella el grupo "es una manera de estar conectada intelectualmente, de salir de casa. A veces tenemos algunas diferencias de opinión, pero políticamente somos parecidas", señala. Las damas coinciden en que son una rareza. "Aquí a la gente no le gusta leer. Ve sitcoms y deportes en la televisión. No quieren conocer el mundo", apunta Trish.

El grupo no es ajeno a la crisis y varias de ellas han perdido buena parte de sus ahorros. Pero --aseguran-- la plata no es primordial para forjarse el futuro: la educación es la clave. Beth Hornton, por ejemplo, cuenta que sus abuelos eran "muy pobres", pero que sus padres "tuvieron dinero como para mandarnos a la universidad". Todas tienen hijos profesionales.

Varias de estas mujeres se hacen tiempo para trabajar en otras organizaciones. Karen es miembro de un grupo favorable al control de armas. Deanna Hommer es una militante contra el calentamiento global, Trish recauda fondos para la campaña demócrata.

Ellas son una isla. Preferirán The New York Times al diario local o a la cadena Fox, el café expreso de Starbuck's al más livianito del Dunkin Donuts, el chablis a la cerveza y pasar sus vacaciones en el exterior, aunque no todas tengan el dinero para hacerlo. Todas detestan a Sarah Palin y la consideran incapaz para el cargo de vicepresidenta.

Trish suspira, minutos antes de abandonar la reunión para irse a un acto a favor de Barack Obama: "Es difícil ser liberal en Oklahoma. Somos un grupo de mujeres que compartimos opiniones y podemos expresar nuestros valores sin tener miedo."